
Película: Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa.
Título original: Journey 2: The mysterious island.
Dirección: Brad Peyton.
País: USA.
Año: 2012.
Duración: 94 min.
Género: Aventuras, fantástico, familiar
personajes secundarios:
Secuela de una de las primeras propuestas comerciales que explotaron industrialmente la herramienta tridimensional. Los pequeños se entretendrán, los mayores deberán abandonarse a la delirante química entre el reparto adulto.
Sean sigue empecinado con sus indagaciones vernianas. Como Trevor en esta ocasión no está disponible, será su padrastro y tutor legal, Hank quien le acompañe en esta nueva odisea. Lo único reseñable de la hoy terriblemente desfasada “Viaje al centro de la Tierra” (2008) es el recuerdo de los primeros pasos industriales de la actual herramienta tridimensional, que tan escaso favor ha hecho al séptimo arte viendo sus resultados cuatro años después. Pues para corregir y aumentar aquella recibimos “Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa” ─vaya titulito─, que tampoco es para tirar cohetes. Pero en estos casos mandan los chavales, así que papás, ya sabéis. La propuesta de Brad Peyton debería entenderse, casi única y exclusivamente, como un básico manual de introducción a las novelas clásicas de aventuras ─más allá del autor que ha inspirado la saga hay referencias a Stevenson o Swift─, que tal vez pueda despertar en los más pequeños el amor por la literatura intemporal ─sic─. Pero artísticamente tiene poco que ofrecer, con una integración digital bastante pobre ─no tanto como la de la primera entrega, claro─, unos decorados que cantan a plató que da gusto y un libreto que no esconde gran cosa, más allá de la pandilla central andando de un lado para otro con rumbo conocido pero ritmo incierto, al son de una banda sonora y un montaje que tratan de disfrazar las carencias de la producción.Ahora bien, los reyes de la casa se entretendrán en este universo de colorines, eso sí. Y los mayores pueden refugiarse en la estrafalaria química entre el trío de intérpretes adultos, con un Dwayne Johnson en modo familiar ─el momento pecto-pop es delirante─, un Luis Guzmán en plan contrapunto cómico de los contrapuntos cómicos, y un Michael Caine jovial como suerte de versión humana del tío Matt de “Fraggle Rock”, capaz de cabalgar a lomos de una abeja gigante y embutirse en cuero de motero de pro sin despeinarse. Josh Hutcherson es insoportable, como en el primer episodio, y Vanessa Hudgens se limita a lucir palmito como sueño teen, todo escote y mini shorts pícaramente inocente. Una patata caliente que engullir, digerir en la medida de lo posible, y olvidar a la espera de la siguiente odisea de los Anderson. ¡Chimpón!
Sean sigue empecinado con sus indagaciones vernianas. Como Trevor en esta ocasión no está disponible, será su padrastro y tutor legal, Hank quien le acompañe en esta nueva odisea. Lo único reseñable de la hoy terriblemente desfasada “Viaje al centro de la Tierra” (2008) es el recuerdo de los primeros pasos industriales de la actual herramienta tridimensional, que tan escaso favor ha hecho al séptimo arte viendo sus resultados cuatro años después. Pues para corregir y aumentar aquella recibimos “Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa” ─vaya titulito─, que tampoco es para tirar cohetes. Pero en estos casos mandan los chavales, así que papás, ya sabéis. La propuesta de Brad Peyton debería entenderse, casi única y exclusivamente, como un básico manual de introducción a las novelas clásicas de aventuras ─más allá del autor que ha inspirado la saga hay referencias a Stevenson o Swift─, que tal vez pueda despertar en los más pequeños el amor por la literatura intemporal ─sic─. Pero artísticamente tiene poco que ofrecer, con una integración digital bastante pobre ─no tanto como la de la primera entrega, claro─, unos decorados que cantan a plató que da gusto y un libreto que no esconde gran cosa, más allá de la pandilla central andando de un lado para otro con rumbo conocido pero ritmo incierto, al son de una banda sonora y un montaje que tratan de disfrazar las carencias de la producción.Ahora bien, los reyes de la casa se entretendrán en este universo de colorines, eso sí. Y los mayores pueden refugiarse en la estrafalaria química entre el trío de intérpretes adultos, con un Dwayne Johnson en modo familiar ─el momento pecto-pop es delirante─, un Luis Guzmán en plan contrapunto cómico de los contrapuntos cómicos, y un Michael Caine jovial como suerte de versión humana del tío Matt de “Fraggle Rock”, capaz de cabalgar a lomos de una abeja gigante y embutirse en cuero de motero de pro sin despeinarse. Josh Hutcherson es insoportable, como en el primer episodio, y Vanessa Hudgens se limita a lucir palmito como sueño teen, todo escote y mini shorts pícaramente inocente. Una patata caliente que engullir, digerir en la medida de lo posible, y olvidar a la espera de la siguiente odisea de los Anderson. ¡Chimpón!